Agua potable, derecho universal
La pandemia ha dejado en evidencia el valor incalculable del agua potable en la reducción de las desigualdades. Al ser la principal defensa contra COVID-19, y cómo la falta de acceso expone a las personas en mayor condición de vulnerabilidad, especialmente a las mujeres y las niñas.
Una de cada tres personas en el mundo vive sin agua potable y se proyecta que para 2040; la demanda mundial de este recurso se incremente en más del 50%.
El gobierno de Costa Rica, en alianza con el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD); están acelerando acciones para garantizar el acceso universal al agua potable a través de un proyecto de adaptación al cambio climático. El mismo fomenta la resiliencia climática y potencia la acción local.
Alrededor de 15.000 personas trabajan de forma voluntaria en los acueductos comunales; para asegurar el acceso a agua potable a cerca del 30% de la población que vive en zonas rurales y periurbanas.
Esta gestión comunitaria del agua es una de las mayores fortalezas para lograr que el país tenga una cobertura de un 98% de agua intradomiciliar. Lo cual es crítico para reducir los riesgos sanitarios de sus comunidades. Para brindar estos servicios, las organizaciones comunales del agua deben hacer frente a innumerables desafíos estructurales, ambientales y climáticos.