Experiencia extrema sin tecnología

Quince voluntarios han emergido de una cueva en el suroeste de Francia después de pasar 40 días sin relojes, teléfonos o luz solar para un experimento de aislamiento humano.

Los científicos querían medir la capacidad de adaptación del cerebro humano a los cambios drásticos en su entorno normal. Estudiar cómo se desarrollaban las interacciones sociales en condiciones extremas de aislamiento.

El grupo de ocho hombres y siete mujeres vivía en la cueva de Lombrives como parte de un proyecto de 1,4 millones de dólares llamado Deep Time. El mismo se propuso explorar los límites de la adaptabilidad humana al aislamiento. El proyecto, liderado por el Human Adaption Institute, finalizó el sábado después de 40 días.

Con grandes sonrisas en sus rostros pálidos, dejaron su aislamiento voluntario en la cueva de Lombrives con una ronda de aplausos; y disfrutaron de la luz mientras usaban lentes especiales para proteger sus ojos después de tanto tiempo en la oscuridad. Durante su tiempo en la cueva, los voluntarios durmieron en tiendas de campaña y hicieron su propia electricidad con una bicicleta de pedales ya que no había luz natural. También sacaron agua de un pozo de 146 pies debajo de la tierra.

En asociación con laboratorios en Francia y Suiza, los científicos monitorearon los patrones de sueño, las interacciones sociales y las reacciones de comportamiento de los 15 miembros del equipo a través de sensores. Un sensor era un pequeño termómetro dentro de una cápsula que los participantes tragaban como una pastilla. Midió la temperatura corporal y transmitió datos a una computadora hasta que fue expulsado de forma natural.

La actividad cerebral de los voluntarios también se recopiló antes y después de que ingresaran a la cueva.

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