Dos historias, 80 años de diferencia, y un mismo sentimiento: “Apenas empiezo a vivir”
Candelario migró a Costa Rica a los 90 años y Juan Carlos, a los 10. Ambos llegaron buscando oportunidades para cumplir el sueño de empezar una vida mejor. Con el apoyo del Estado, la familia, la comunidad donde residen y las Naciones Unidas hoy lo están logrando.
Cuando se habla de migración la mayoría de las veces se piensa en mujeres y hombres adultos, en edad productiva, que buscan trabajo y oportunidades que en sus países no han podido tener. Pero ¿Cómo viven la migración las personas ancianas, o los jóvenes, o los niños y niñas?
Noticias ONU mostro dos casos en el que la solidaridad, el desarrollo sostenible y la migración no distinguen edades.
Candelario Téllez tiene el cabello blanco, las manos cansadas y un rostro lleno de historias. El sol abrasador del sur nicaragüense y los largos años han dejado marcas profundas en su piel, pero cada una de ellas cuenta una enseñanza y una virtud.
Ha sido un hombre emprendedor y decidido. Prueba de ello es que un día decidió que iba a aprender a leer y escribir solo, pese a no haber ido nunca a la escuela.
Hoy Candelario está cerca de llegar al siglo de vida, está muy orgulloso de lo que es y ha hecho: desde limpiar potreros, sembrar la tierra.
Juan Carlos, por su parte, migró a Costa Rica a los 10 años. Es un apasionado líder juvenil que promueve la protección del ambiente. Combina su activismo con su trabajo y sus estudios para concluir la secundaria.
Aspira a dedicar su vida a construir una comunidad más independiente, que se preocupe por proteger sus ríos y que dé oportunidades a quienes más lo necesitan. Él también siente que apenas está empezando a vivir y tiene clara su misión.