El “oscuro” hábito de consumir malas noticias compulsivamente
Desde el inicio de la pandemia, Emily Bernstein, de 29 años, ha estado «scrolling» y «scrolling»… Es decir, deslizando verticalmente en una pantalla táctil.
Como escritora de comedia en Los Ángeles, Bernstein necesita zambullirse en Twitter y en páginas de noticias en busca de material.
Pero su trabajo no es solo lo que le hace estar pegada al teléfono: es la obsesión del llamado doomscrolling, un término de difícil traducción al español que alude a la obsesión por consumir noticias (generalmente malas), arrastrando a través de una fuente de noticias sin pausa, sin importar cuán malas sean éstas o cuántos comentarios de trolls lee en el camino.
«Me topé a mí misma de noche en la cama navegando páginas de noticias, sabiendo que no era saludable para mí… así que, ¿por qué lo hago?», reflexiona Bernstein.
Es una pregunta que muchos doomscrolles, aquellos que ejercen esta práctica, se han estado haciendo
Más allá de que nuestra intuición nos indique que el doomscrolling nos hace sentir fatal, los estudios realizados durante la pandemia lo han corroborado, vinculando la ansiedad y la depresión con el consumo de noticias relacionadas con la covid-19 y un mayor tiempo dedicado a los celulares.